Como lo prometido es deuda, debido a mi ausencia en el blog por falta de proveedor de internet oficial xD, me he dedicado a completar mi cuaderno de bitácora por tierras pirenaicas y aquí lo tienen.
Una vez instalados en el Hotel Tuca y tras realizar las primeras actividades para conocernos un poco más entre nosotros, nos fuimos a dormir para recuperar energías para poder realizar con fuerza el rafting del siguiente día.
Nos levantamos temprano y fuimos a desayunar al restaurante del hotel, sentándonos, en mesas redondas, con la misma gente con la que habíamos cenado la noche anterior y con la nos íbamos a sentar en el resto de cenas y desayunos que hiciéramos en el Hotel. Puede que esto no tenga mucha importancia, pero es uno de los mejores recuerdos que tengo del viaje ya que, de todas las mesas, la nuestra era la más divertida y “cachonda”, ya que, en cada comida, siempre acabábamos hablando de temas sexuales y otros temas relacionados xD.
Salimos del hotel y nos dirigimos al norte, muy cerca de la frontera de Francia, siguiendo la carretera que acompaña al Garona, un río que baja desde los Pirineos catalanes para desembocar en el Océano Atlántico, en el Golfo de Vizcaya, y que en Francia es muy famoso al ser uno de los más largos y caudalosos. Este río, como digo, nace en los Pirineos, muy cerca de donde nos quedábamos y fue el elegido para que hiciéramos el rafting.
Paramos en un club de actividades de aventura, donde nos dieron el equipo para hacer la actividad y nos cambiamos, para posteriormente remontar parte del río volviendo por la carretera por la que habíamos ido hasta el club hasta un margen al lado del Garona, donde nos esperaban varios monitores con las balsas y los remos. Tuvimos que esperar unos cuantos minutos, ya que el río no llevaba mucha agua y había que esperar que abrieran las represas del río para que aumentara el caudal. Nos dividimos en varios equipos, y cada uno escogió su posición en la balsa, quedando siempre un monitor en cada balsa para que nos dirigiera con sus órdenes, y la persona que estaba al frente de cada uno de los lados de la balsa, servía de referencia para las personas que estaban en su lado de la balsa (mi balsa debo admitir que estaba bien equilibrada y tuvimos bastante suerte, de forma que no nos caímos ninguno de los integrantes, a diferencia del resto de balsas :P)
El recorrido que hicimos era de dificultad fácil, pero igualmente había que tener cuidado en un par de sitios, que hasta poseen un nombre propio: “El Caos” y “La Tabla”, cuyo nombre la verdad es que no me acuerdo de si era este xD, Estos sitios eran peligrosos ya que si no seguíamos bien las órdenes del guía, podíamos volcar la balsa, pero afortunadamente, conseguimos pasarlos bien. De igual forma, durante el trayecto paramos en un par de sitios para tirarnos al río, la segunda de las cuales era bastante impresionante dado que era una caída de casi 7 metros al río, pero la ocasión mereció la pena por la descarga de adrenalina que producía ya que encima había que saltar desde un saliente de una de las riberas del río.
Tras llegar hasta el final del recorrido, sacamos las balsas del río, nos quitamos el equipo y fuimos al club de la actividad para cambiarnos de ropa. Una vez hecho esto, almorzarnos el picnic que nos preparó el hotel para cada uno de los días que estuvimos allí, y tras un rato de descanso, fuimos a visitar uno de los pueblos fronterizos entre España y Francia, cuya economía subsiste básicamente a base de los franceses que cruzan la frontera para comprar productos en España, dado que aquí son mucho más baratos. Como curiosidad, nuestro guía nos comentó que al tener una economía tan dependiente del comercio, y gracias a la cantidad de agua que tienen por las lluvias y la nieve, los residentes en los pueblos fronterizos no tienen que pagar la factura del agua, incluso algunos de ellos, tampoco tienen que pagar la factura de la luz.
El pueblo que visitamos fue Bossots, que destacaba por una iglesia de estilo románico, que es de las más antiguas de todo el Valle de Arán. Por otro lado, nuestra visita coincidió curiosamente con las fiestas de la región, así que tuvimos la oportunidad de observar una de las costumbres más extrañas que he podido contemplar en mi vida. Como en el resto de pueblos de España, colgaban en los balcones y atravesando las calles, banderitas, pero también otras muchas cosas como ropa interior (que no es que la estuvieran tendiendo para secar y encima era de abuelitas), patas de jamón sin carne, latas de Coca-Cola unidas por hilos o zapatos, como botas e incluso zapatos de tacón. Tras la parada en Bossots, volvimos a nuestro hotel pasando antes por el centro de Vielha , donde conocimos al chico que faltaba por unirse a nuestro grupo, y recorrimos las principales calles, donde hay una gran cantidad de tiendas dedicadas a la venta de productos para el turismo de nieve.
Ya en el mismo hotel, “probamos” la piscina del mismo, que siempre terminábamos llenando nosotros solos. La jornada la acabamos cenando y realizando más actividades de dinámica de grupo, que consistieron en imitaciones de películas por equipos y buscar canciones con determinadas palabras. Una vez acabadas estas actividades, teníamos tiempo libre que en la mayoría de casos, aprovechamos para jugar a las cartas durante toda la noche cual ludópatas, de forma que terminamos formando unos pocos un grupillo que se reunía cada noche para jugar a la ronda y charlar mucho.
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