Después de dos días de senderismo por el Valle de Arán, llegó el domingo del viaje y nos tocaba ir de visita a Andorra y varias localidades de la provincia leridana, como son La Seu de Urgell y Sort.
Tuvimos que madrugar bastante dado que el trayecto hasta Andorra era de casi 4 horas, aunque antes de llegar allí paramos en las otras localidades. Nuestra primera parada fue Sort, muy famosa en toda España por uno de sus establecimientos de venta de lotería nacional, La Bruja de Oro (La Bruixa d´Or), Lógicamente, todos nosotros aprovechamos la oportunidad para comprar lotería y sorprendentemente para ser un domingo en pleno verano a las 10 de la mañana, había una larga cola en la entrada de gente procedente de todas partes de España para comprar lotería. Una vez vista la cola junto a la cantidad de lotería que venden online por toda España, no fue difícil entender por qué justo enfrente del establecimiento había aparcado un tráiler con publicidad del equipo de motos oficial del mundial de La Bruja de Oro y por qué el dueño del local, ha sido el primer español en costearse un viaje al espacio, según me contaron unos amigos.
Eso sí, aproveché la oportunidad de la visita para pasarle mis boletos a la brujita por su nariz, como manda la tradición, ya que dicen que trae suerte, así como por otras partes de su cuerpo por si esto trae un extra de suerte :P
Una vez acabada la visita, decidimos seguir nuestro camino hasta la siguiente parada, La Seu de Urgell, una pequeña ciudad que destaca por su gran iglesia, antigua sede de un obispo. Básicamente, dado que no teníamos mucho tiempo para la visita, únicamente visitamos un par de calles hasta llegar a la iglesia, donde llegamos justo en la hora de misa, así que no tuvimos tiempo de contemplarla en todo su esplendor, así como el museo diocesano, al cual íbamos a acudir, pero que, al ser domingo y hora de misa, estaba cerrado.
Como no queríamos estar esperando a que abrieran el museo, decidimos dirigirnos finalmente a nuestro destino final, Andorra. Nada más cruzar la frontera, ya se podía notar que estábamos en un lugar especial en lo que se refiere a la economía y otros aspectos, como, por ejemplo, su lengua oficial, que es el catalán. Sin embargo, no existe ningún problema a la hora de comunicarse con los andorranos dado que la inmensa mayoría de ellos también habla español y francés por la cercanía lingüística y geográfica, así como por temas de comercio. Como he dicho, lo que llamaba la atención, nada más pasar la frontera, era la existencia de una gran cantidad de gasolineras situadas una al lado de otra, de forma que, perfectamente en un tramo de un kilómetro de carretera se pueden llegar a contar más de 6 gasolineras, lo que en cualquier otra parte del mundo es imposible ver. A esto hay que añadir un gran número de talleres de automóviles y centros comerciales, lo cual tiene mucho que ver con el bajo precio de la gasolina en Andorra en comparación con Francia y España, pese a lo cual tengo que decir, que incluso así, es más cara que en Canarias, probablemente influido por la dificultad del transporte hasta el Principado.

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